Como en cada sorteo de la
Champions o de la Copa del Rey, intercambio un par de mensajes de
móvil con un familiar lamentablemente errado en el objeto de su
afición. La repetida gracia del asunto radica en ponderar la calidad
del rival del equipo de uno (así sea el Cluj o el Victoria Pilzen) y ningunear
al rival del rival, llámese Chelsea o Milán.
En el fuego cruzado de hoy mi
interlocutor, extrañamente indulgente con los excesos de Mouriño
(el último ha sido escudarse en la suerte para justificar su
reciente derrota liguera contra el Barcelona, soslayando cualquier
atisbo de autocrítica), él que parece persona ponderada y sana,
abducido como tantos por el incendiario gurú, carga contra el
buenismo de Guardiola, que tiende a exagerar la dificultad de
sus rivales para evitar la relajación de sus jugadores. Su ataque a
Pep exige una respuesta contundente y a la vez elegante. Improviso
unos ripios de aire frayluisiano que acaban siendo un
serventesio decente -decente para ser lo que es-, con la intención
de decir -sé que no- la última palabra:
Buenismo
no, que elemental prudencia
conviene
de los grandes al estado.
Más
le cumpliera a otros la decencia
de
no cargar sus cargos al mal hado.
¿ Y cuándo no será que Mou se queje
ResponderEliminarde que si árbitros,fechas o azares
al traste dan con su tejemaneje
de socarrón o primus inter pares?