Maxim Richarz, "Maxim", compositor y cantante alemán del 82, acaba de editar un disco precioso, Nachtigall (ruiseñor). RAHEL, Tocotronic, RAR... La escena pop alemana no deja de dar nombres que renuevan ese agrado de confrontar la finura melódica con la aparente aspereza de su lengua. "Bach hablaba con Dios en alemán", dijo un día para mi asombro un amigo y compañero. Le pregunté enseguida de quién era ese perfecto y rotundo endecasílabo. De nadie, respondió quitándose importancia. Observen que en su aserto Bach no hablaba a Dios, sino con Dios. En un poema de Hilo de nada que dediqué a mi herramienta de trabajo, una flauta Muramatsu, agradecía yo, entre otros dones, el de poder "hablar con Bach, a Bach, de Bach, por Bach". Pero cerrando la cuña y volviendo a Maxim, "Ich warte" (algo así como "estoy esperando") resume las virtudes del cantautor: una voz un punto quebradiza, un ritmo casi krautrock que conduce a la canción como una locomotora, efectivos arreglos y coros y una producción fresca para pensar, siquiera por cuatro minutos, que después de todo el mundo no está tan mal hecho.
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