Leo fascinado La España negra. Las páginas referidas a la feria de Santander o a las procesiones de Semana Santa en Calatayud me llevan a pensar que no hay motivo por el que el cuento de las ferias o las procesiones de hogaño no pueda resultar tan interesante para un lector futuro como lo es el de las de antaño para nosotros, ambas igualmente prehistóricas. Sólo hay que saber contarlo. Puestos a extraer enseñanzas (la lección de tal, la lección de cual), la de Solana, para uno, sería que un libro no es menos atractivo por faltar a las reglas sintácticas (anacolutos hay en cada página), sino que, por el contrario, el defecto puede sumar por el lado de la gracia, igual que a las personas bienintencionadas y sin resabio no sólo les perdonamos una indiscreción o un exceso de familiaridad, sino que nos los hacen más entrañables.
"El defecto puede sumar por el lado de la gracia." Maravilla de aserto, gran verdad. Benitez Reyes apunta: "El respeto a la tradición no nos convierte necesariamente en siervos de ella, sino más bien en siervos de nosotros mismos, que es a fin de cuentas a lo que aspira cualquier poeta: a tener claro que clase de poeta es y en qué registro puede llegar a serlo con más desenvoltura y mayo convicción."
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