Me cruzo con un compañero que tiene que cambiar de aula
entre clase y clase. No se para a hablar porque no quiere llegar tarde. ¡Qué
estrés!, se despide. El estrés que tengo yo (el mismo que mi compañero) es tres meses
de vacaciones en verano, tres semanas en Navidad y tres fiestas por trimestre. Pero
claro, esto no se puede decir, no vaya a protestar alguien y nos hagan venir en
julio a rellenar importantísimos informes.
▪ ▪ ▪
A mi señora, que este curso da música
a toda primaria, le ha tocado hacer seis programaciones didácticas. Me río por
no marearme.
–Y la
programación de 5º sin hacer -se lamenta.
–Qué vergüenza.
Fíjate en mi ejemplo, yo hice la de flauta en un pispás.
–Sí, cambiando el curso en la
portada.
Callo y otorgo.
▪ ▪ ▪
Y de la programación a la evaluación.
–¿Vosotros
también evaluáis por competencias?
–Sí, evalúo
si el alumno es un incompetente o aún se puede hacer algo con él.
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