Con este gobierno -es un decir- la diversión está garantizada. La alegría del final de año fue comprobar cómo en la nómina de diciembre no sólo nos quitaban la mal llamada paga extra (el sueldo es anual y se divide en catorce pagas), a pesar de haber solicitado recibir al menos la parte proporcional entre el 1 de junio y el 13 de julio, día en que se aprobó el decretazo que la suprimía para los empleados públicos. La alegría fue comprobar cómo además se perdieron por el camino, en el caso de uno, 160 euros, porque, a lo que se ve, aunque no cobráramos esa soldada sí teníamos que cotizar por ella a la Seguridad Social. El gobierno, previamente advertido de esta aparente contradicción por sindicatos y partidos políticos, respondía que la supresión de la paga es independiente de la cuantía de las cotizaciones anuales. Es decir, que las pagas, a la hora de cobrarlas, son doce, y a la hora de cotizar por ellas, catorce. Ayer, día 26, el gobierno comunicó en boca de Cristóbal Montoro, miembro destacado del Caracolillo´s Team, que, aunque podría no hacerlo, devuelve ese importe, lamentando el “impacto negativo que la falta de adecuación de la cuota por derechos
pasivos y aportaciones a mutualidades por la paga extra de diciembre ha
podido tener en el colectivo de los funcionarios”, que recibirán "lo aportado" en tres meses. ¿Con qué palabra resumir todo este embrollo? ¿Magnanimidad? ¿Altura de miras? ¿Aguinaldo navideño? ¿Incompetencia universal? ¿Cara más dura que el cemento? Habrá que mirar con lupa las tres próximas nóminas, a ver qué gallina se come esta vez la zorra.
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