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OFRECIMIENTO
Tú, frase ajena y para siempre mía;
vosotros, claros versos memorables
en el tronco del alma tatuados;
y tú, palabra huérfana -adehala, seroja-
que levantaste un puente y yaces hoy
a un lado del camino:
si venís
a mi verso os ofrezco -ya palabras
a hecho, sin distingos-
la íntima aventura repetida
de decir como nunca lo de siempre,
de cifrar lo que importa en lo que pasa,
y en los días mejores, alimento
de verdad y belleza y abrigo bajo el techo
de otras compañeras.
Más gano yo: daréis
luz a mis soledades, compañía a mis noches.
No os aflijáis si os toca ser minúsculas
-es lo normal- ni vanas pretendáis
ser de muchos leídas. No levantéis la voz
ni queráis competir con quien ha escrito
los mejores poemas, el silencio.
Si todo sale bien y vais a una
seréis semilla y fruto de este oscuro
luminoso mester
-oficio de tinieblas vueltas luz-,
de este empeño de hacer
breve lo eterno y eterno lo breve.
(De Lo breve eterno)
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