ROMA,
28 de enero.
Sol y
pinos.
* * *
Nada
más. Sol y pinos. Pero qué aluvión de impresiones, de recuerdos
con solo estas tres palabras (había escrito “con solo estas
dos palabras”, cuando es la
conjunción la que nos da esa impresión y esos recuerdos, como es el
sol, la lluvia o el aire los que nos dan, despertándolo, el olor
dormido de lo vegetal). Con tan sencillas prendas qué afilado y
profundo olor a infancia se apodera de nosotros, de algo... más
allá de nosotros, por emplear la
cursiva y los puntos suspensivos tan de Gaya.
Sol y
pinos. ¿Hace falta más?
Ramón Gaya. Arco de Tito (1957)
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