Pedro Sevilla ha escrito algunos poemas memorables
acerca del dolor que produce lo inasequible de la belleza que se nos aleja con
el tiempo. El final de “Sensación de vivir”, dedicado a su hija adolescente, da
muestra de ello. “Sé buena hija / y evítale a tu padre el duro lance / de
morirse de amor por tu mejor amiga” ¿Fue Bejarano quien, con su habitual zumba,
escribió “Cada día está más cerca mi conversión en viejo verde”? Modestamente,
creo atesorar las cualidades necesarias para ingresar en tan nutrido club.
Cuestión de tiempo.
Pero otro tono y otra hondura alcanzan los
inéditos que recoge Todo es para siempre, antología de la editorial
Renacimiento, diez magníficos poemas que bajo el título "Aún hay sol en las
bardas" nos abren el apetito en espera de un libro aún mejor de los que ya nos
ha dado su autor. Particularmente memorables me parecen tres de ellos, “Destino
de unas flores”, “Escribir es sembrar” y “A mi hijo Pedro”, dedicados
respectivamente a la hija, el padre y el hijo del poeta. Emoción y amor a lo
suyo: los suyos y la poesía.
DESTINO DE UNAS FLORES
Para Ángela
Estas flores que ayer fueron luz absoluta,
radiante actualidad en tus manos de novia,
oro mustio y nostalgia son ahora
junto al cristal de las fotografías
desde donde nos miran nuestros muertos.
Cumpliendo con un rito que es amor,
y es piedad y es memoria, se las hemos traído
para hacerles saber que siempre y para siempre
ellos siguen estando con nosotros,
asistiendo a las fiestas de familia,
compartiéndolo todo, la cena y los abrazos,
guiando nuestras vidas con su luz de otro tiempo,
y también para dar muerte propia a las flores,
la que les corresponde
con arreglo a su noble y efímera existencia:
después de haber vivido una tarde de mayo
proclamando su gloria en las despiertas
palomas de tus pechos,
qué mejor declinar para unas flores
que acudir a contárselo a los muertos,
a llevarles recado de que la vida sigue,
que se siguen casando las muchachas
y que todo, alejándose, se acerca,
sereno y enigmático,
cuajado de nostalgia como un lento perfume,
hacia su eterno origen.
Efectivamente, qué poema.
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